¿Solución en los conflictos?

 

Como en los conflictos sociales, los generados en el aula no son baladíes o de fácil solución. Igual que en la sociedad, cada problema que pueda generarse tendrá toda una intrincada causa o causas que lo motiven y, por muy condescendiente que nos parezca al tener una edad, tendremos que fijarle casi tanta atención como preocupación les presten los alumnos. 

Un problema puede ser diminuto para el instituto o enorme para el alumno, la cuestión es saber en qué punto estamos. Una vez concretado, deberíamos de situarlo en la escala de valor para el alumno y constatarlo críticamente con la nuestra. En este sentido, tendremos que saber hasta qué punto un problema realmente lo es o simplemente es una tontería para nosotros. Pero siempre darle la atención que se necesite en cada caso y en cada alumno. Entonces podremos dialogar entre las partes, porque, como dice el dicho,  “dos no se juntan si uno no quiere”, y conocer cada versión para, al menos escucharla, y luego implementar el diálogo entre partes para intentar llegar a solucionarlo o, más que sea, terminar el problema poniendo a la luz las posturas de cada uno de los alumnos. Todo, siempre y cuando el profesor detecte que esto se pueda hacer. En cualquier caso, lo suyo sería que el profesor hablase con las partes primero por separado.

Bajo mi punto de vista, lo más importante que tiene que hacer el docente es escuchar, hacer que el alumno se sienta escuchado, reflexionar y dialogar. Todo, en esta vida, se soluciona hablando.