El caso canario

 

El estado de la Educación, como tema monográfico, puede llegar a tener un largo desarrollo si lo pusiéramos en tela de juicio. Cada uno de nosotros tenemos nuestra propia opinión de qué se podría mejorar o qué se podría llegar a hacer para incentivar el acceso a la cultura, tanto de los adultos como de los menores. Todas estas consideraciones parten de premisas subjetivas y muy individuales. 

Como hijo del sistema autonómico que soy, considero que no podemos tener una imagen homogénea de toda España. El Estado no es equitativo en todo su territorio en este aspecto. En el caso de mi región, Canarias, la situación educativa es compleja pues, al igual que en otras regiones enmarcadas en los sures del globo terráqueo, se suma un contexto económico generalmente desfavorable.

Las islas tienen una de las tasas de adultos con estudios universitarios más bajas de España. La inversión autonómica no se aumentó hasta 2019 de un 4 a un 5% sobre el PIB. Solo Madrid invierte menos dinero por estudiante que Canarias. Mientras que en País Vasco se invierten 1200 euros por estudiante, en el Archipiélago se alcanzaba insuficientemente la mitad de esta cantidad. Tampoco está muy avanzada la escolarización de menores de 3 años, pues no llega sino al 5,2% frente al 38% de la media. Hay menos profesores en la ratio de 100 alumnos que en casi toda España. Tampoco en los informes Pisa sale bien parada. 

Fotografía procedente de la FEDAC
en la que se observan varios niños trabajando en el campo
al rededor de los años 80

¿Dónde está el problema? La historia de Canarias está marcada por una pobreza multisecular que obligó al campesino a emigrar a América. Todos tenemos tatarabuelos, bisabuelos e incluso abuelos que tuvieron que buscarse la vida fuera, en Cuba o en Venezuela, volviendo con pocos ahorros. En la gran mayoría de los casos, los estudiantes universitarios actuales son los primeros en acudir a una educación no obligatoria de generaciones familiares. A este contexto, se le añade la insularidad y la periferia, que imposibilita imaginariamente al común de los isleños a hacer vida más allá de nuestras costas. Cada peña es una gran casa de la que no queremos salir. Nuestra economía está fijada exclusivamente en el sector servicios. Nos encontramos con salidas casi imposibles para los estudiantes universitarios cualificados. Con un grado en ingeniería y un nicho de mercado cerrado al sector turístico, no se puede hacer nada. No existe diversificación y estamos condenados. La situación de nuestras islas se podría sintetizar en una imagen, la presentada a continuación. A pesar de nuestro deslumbrante potencial, a pesar del brillo y color de nuestra cultura, nos encontramos desubicados. En un mar que a veces se torna salvaje e inhóspito. En un mar de neumáticos que se acumulan sin cesar, y con ellos, nosotros, desechados.


Fotografía de ziREja 
procedente de su página web:
https://www.zireja.com/obra-artistica/la-maga-vestida/


Aquí les dejo un vídeo del Círculo de Empresarios de Gran Canaria que valora la situación:



También dejo por aquí una interesante conferencia sobre la historia de la educación en Canarias, llevada a cabo en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife:





Comentarios

  1. Gracias por acercarnos a la realidad de tu comunidad tanto en el blog como en clase. Me encanta la fotografía, y las fotos que eliges son preciosas y muy acertadas, se nota que le dedicas tiempo a esta búsqueda. Un saludo!

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